¡Alerta en el Centro Nacional de Microbiología! Tercero año de una fuga inquietante: “Las consecuencias son impredecibles”
2024-10-24
Autor: Antonio
Un ambiente cargado de peligros ha llevado a los empleados del Centro Nacional de Microbiología en Majadahonda, Madrid, a vivir un verdadero calvario. Desde hace tres años, reportan irritaciones en los ojos, desmayos e incluso llagas. Este jueves, alrededor de un centenar de trabajadores se manifestaron a las puertas de la institución, cansados de la incertidumbre. "No podemos evitar que esto nos recuerde al drama del amianto. No sabemos qué secuelas nos traerá en el futuro", compartió un empleado, quien prefiere permanecer en el anonimato.
La situación se remonta a octubre de 2022, cuando 48 trabajadores sufrieron intoxicaciones que forzaron a limitar sus jornadas laborales y a interrumpir las investigaciones con animales en el centro. Se estima que unas 500 personas transitan diariamente por el campus del Instituto de Salud Carlos III, de las cuales 300 están en contacto directo con las instalaciones del Centro Nacional de Microbiología.
Aunque inicialmente se sospechó de la acroleína, un compuesto tóxico generado en procesos de combustión y presente en algunos biocidas, las autoridades descartaron esta hipótesis sin ofrecer muchas explicaciones. Este año la situación se repitió, causando nuevos síntomas en los empleados, pero el origen del problema sigue siendo un misterio. Algunos creen que podría estar relacionado con el sistema de calefacción, ya que los síntomas se agravan al encenderlo nuevamente en otoño.
"Se nos envía a MAPFRE para atención médica, pero ellos no tienen conocimiento de que hay un problema de gases, así que nos diagnostican llagas sin relacionarlo con nuestra exposición laboral," reclama un trabajador. La preocupación por las consecuencias a largo plazo es latente: "¿Qué pasará si dentro de unos años varias trabajadoras desarrollan cáncer de mama debido a lo que han respirado aquí?", se pregunta otro empleado, reflejando el temor que pesa sobre el grupo.
A pesar de los múltiples incidentes, el Instituto asegura que las instalaciones cumplen con las normativas de ventilación y que no se han detectado sustancias tóxicas. Sin embargo, admite que la ventilación automática puede no ser suficiente en ciertas circunstancias.
Mientras se preparan reformas y se llevan a cabo auditorías del sistema de ventilación, muchos trabajadores sienten que no se les está tomando en serio. “Nos dicen que es sugestión, pero las llagas no son algo que uno se invente”, argumenta uno de los afectados. En una reciente alerta interna, se convocó a los empleados a una sesión informativa para discutir las auditorías y medidas que se implementarán para mejorar la calidad del aire en el edificio 53.
Este caso pone en evidencia no solo la fragilidad de la salud de quienes trabajan en el centro, sino también la falta de atención y acción ante una crisis que ha durado demasiado. En momentos donde la salud pública es crucial, el bienestar de estos trabajadores conforme a su labor investigativa es alarmantemente precaria. ¡La comunidad espera respuestas antes de que sea demasiado tarde!