La renombrada astrónoma María Teresa Ruiz, quien ha dedicado su vida al estudio de las estrellas, ahora enfrenta un desafío inesperado: la amenaza del megaproyecto industrial de AES Andes que podría poner en peligro el Observatorio Paranal, uno de los principales centros de investigación astronómica en el desierto de Atacama. A sus 78 años, Ruiz no solo lidia con una enfermedad progresiva que afecta su vista, sino que alza su voz en defensa del patrimonio natural chileno en una carta publicada en El Mercurio, alertando sobre los riesgos de un complejo industrial de más de 3,000 hectáreas, diseñado para la producción de amoniaco e hidrógeno verde.

Este megaproyecto se ubicaría a apenas 5 a 11 kilómetros de los telescopios del observatorio, lo que comprometería los cielos oscuros que han convertido a la región en un lugar privilegiado para la observación astronómica. Las construcciones y actividades industriales proyectadas podrían arruinar estos cielos, que actualmente son algunos de los más oscuros y prístinos del mundo. La inquietud de Ruiz se reproduce en la comunidad científica: "Destruir ese tesoro [el observatorio] sería una barbaridad no solo para Chile, sino para toda la humanidad".

Desde su inauguración en 1999, el Observatorio Paranal ha sido escenario de cruciales descubrimientos, incluido el avistamiento de exoplanetas y la confirmación de la expansión acelerada del universo. Con el advenimiento de nuevos telescopios, como el Telescopio Extremadamente Grande (ELT) y el CTA-Sur, ubicados a solo 20 kilómetros de distancia, la preocupación aumenta: el proyecto de AES amenaza no solo la calidad de los cielos, sino también la inversión multimillonaria en ciencia realizada por Europa.

La controversia no es nueva; los acercamientos de AES Andes a ESO se remontan a 2019, cuando un proyecto más pequeño fue aprobado cerca del área en cuestión. Sin embargo, se alertó a ESO sobre el nuevo megaproyecto solo cuando AES hizo una presentación pública en Taltal en agosto de 2024. Itziar de Gregorio, representante de ESO, señaló que la organización tuvo que acercarse a la empresa para obtener información sobre este nuevo plan.

Según el director de ESO, Xavier Barcons, la proximidad del megaproyecto industrial de AES Andes es un riesgo crítico, enfatizando que la construcción generará polvo y turbulencia atmosférica, así como un aumento significativo de la contaminación lumínica, impactando irreparablemente la capacidad de observación astronómica. Un análisis sobre la contaminación lumínica predice que el brillo del cielo podría aumentar al menos un 300%, lo que llevaría a clasificar a Paranal de "cielo oscuro excelente" a "cielo rural".

Las condiciones geográficas únicas del desierto de Atacama son lo que ha hecho posible que Chile sea el hogar de grandes observatorios. Si el brillo del cielo se incrementa, las implicaciones para la astronomía en esta región serían profundas, afectando incluso la convocatoria de astrofísicos y científicos de todo el mundo que dependen de estos cielos despejados para sus investigaciones.

A pesar de la preocupación, la normativa chilena sobre contaminación lumínica es bastante laxa. Pedro Sanhueza, exjefe de la Oficina de Protección de la Calidad del Cielo del Norte de Chile, advirtió sobre las lagunas legales que permiten a las empresas desarrollar proyectos sin una adecuada regulación. Esto incluye la posibilidad de instalar múltiples luminarias con solo un certificado, sin restricciones sobre la cantidad.

El gobierno chileno ha anunciado la creación de una mesa interministerial para abordar el tema, convocando a representantes de distintos ministerios para discutir soluciones que equilibren el desarrollo industrial con la protección de los intereses científicos. La posibilidad de una evaluación ambiental estratégica es una opción en la mesa de diálogo, ayudando a que la riqueza astronómica de Chile no sea sacrificada en nombre del progreso industrial.

La comunidad científica está en alerta máxima y pide a las autoridades actuar con urgencia. El desarrollo de esta mega planta industrial debe ser cuidadosamente evaluado para asegurar que la astronomía, un patrimonio invaluable de la humanidad, permanezca intacto para futuras generaciones.