Un equipo de científicos ha determinado que las esferas extrañas recuperadas del fondo del océano Pacífico no son de origen terrestre, lo que plantea la intrigante pregunta: ¿de dónde provienen?

Este fenómeno comenzó en 2014 cuando el Departamento de Defensa de EE. UU. descubrió un objeto conocido como iM1, a 1600 metros de profundidad. Sin embargo, el verdadero trabajo comenzó en junio de 2023, cuando el reconocido científico Avi Loeb lideró un equipo que logró recuperar cerca de 850 esferas de apariencia extraña, utilizando un trineo magnético anclado a su embarcación.

Con una inversión de 1.5 millones de dólares, el equipo afrontó un proceso complicado para recuperar esos objetos del lecho marino. Utilizando técnicas avanzadas de análisis, los resultados han sido asombrosos:

- Composición diferenciada: 22%

- Estructura química desconocida: 10%

- Cantidad de elementos en comparación con objetos terrestres similares: ¡mil veces mayor!

Estos descubrimientos sugieren que estas esferas no provienen del sistema solar, aunque aún se desconoce su origen exacto. Coincidiendo con este hallazgo, la comunidad científica continúa interesada, ya que algunas esferas han sido nombradas BeLau, pero su naturaleza sigue sin ser clara: ¿naturales o artificiales?

Además, se ha especulado que pueden existir más de estos objetos en las profundidades marinas aún inexploradas, intensificando la curiosidad sobre lo que el universo podría revelar en el futuro. Se anticipa que para 2025, se realizarán nuevas expediciones con vehículos operativos remotos para recuperar muestras más grandes y facilitar la identificación de su origen.

La pregunta sigue abierta: ¿cómo llegaron estas esferas a nuestro planeta y serán algún día reclamadas? A medida que la investigación avanza, la posibilidad de que estos descubrimientos alteren nuestra comprensión del universo se hace cada vez más evidente. La próxima presentación de Avi Loeb en un festival en Londres seguramente proporcionará nuevos detalles que mantendrán al mundo atento.

Los expertos están cada vez más convencidos de que estos objetos forasteros abren una ventana a una nueva era de conocimientos sobre la naturaleza del cosmos y nuestra posición en él.