Lo que experimentamos al volante suele ser un reflejo de cómo estamos eligiendo vivir. ¿Estamos reaccionando de forma automática al estrés y la frustración o hemos decidido adoptar una actitud diferente?

Es interesante notar cómo la infelicidad puede manifestarse, incluso en nuestras conductas al conducir. Algo que hace 150 años no existía, hoy forma parte integral de nuestras vidas. Pero, ¿qué sucede con aquellos que pasan horas atascados en el tráfico o que conducen más de dos horas al día? ¿Es posible sentir bienestar cuando una de nuestras actividades más frecuentes es estar encerrados en un 'minicasa rodante'?

Andrew Huberman, neurocientífico de Stanford, resalta la importancia de la exposición al aire libre para mejorar nuestro estado mental. Sus investigaciones han demostrado que muchos de nuestros problemas de insomnio están ligados a la falta de luz natural y a pasar mucho tiempo en espacios cerrados. Esto nos lleva a cuestionarnos: ¿Cómo influencia nuestra manera de vivir, incluidas nuestras experiencias al conducir, nuestra vida diaria?

Más allá de los datos científicos, la pregunta clave es: ¿Cómo impacta el acto de conducir en nuestro ánimo, nuestro estado emocional y la energía que decidimos proyectar al mundo?

Eligiendo conscientemente al volante

En mi caso particular, conduzco distancias cortas, principalmente para llevar y recoger a mis hijos del colegio. Aunque parece una actividad sencilla, me sorprendió darme cuenta de que a menudo me sentía de mal humor, especialmente después de la tarde. Entonces, decidí detenerme y reflexionar: ¿Qué está sucediendo aquí? ¿Qué estoy creando con estas experiencias?

Primero, revisé si estaba físicamente cansada: No lo estaba. Luego, me pregunté qué energía estaba presente al recoger a mi hija. Ella, siendo tranquila y feliz, no era la fuente de mi mal humor.

Decidí estar presente y, en lugar de distraerme con mi teléfono o Instagram mientras la esperaba, comencé a observar más atentamente lo que ocurría a mi alrededor. Lo que descubrí fue un ambiente caótico, lleno de apuro, donde todos luchaban por salir primero. Había agresividad en el aire, con padres conduciendo de manera precipitada, totalmente desconectados de sus hijos.

Reflexionando sobre nuestras elecciones

Esto llevó a una profunda reflexión: ¿Qué estamos enseñando con nuestras decisiones al volante? Cuando un padre no cede el paso o grita a otros conductores, ¿qué lecciones se están impartiendo a sus hijos? Cada vez que ignoramos a un niño intentando cruzar la calle porque solo queremos llegar rápido, ¿cuál es el mensaje que transmitimos?

Y aquí es donde entra la magia de cuestionar: ¿Qué más es posible? ¿Qué puedo ser y hacer diferente en este espacio?

Lo que somos al volante suele ser un reflejo de cómo elegimos vivir. ¿Estamos reaccionando con estrés y frustración, o estamos eligiendo un camino lleno de consciencia y tranquilidad?

Elegir desde la presencia y la calma

Desde que empecé a aplicar estas herramientas, he notado un cambio radical en mi experiencia al conducir. Ahora, escucho audios o meditaciones que me ayudan a mantenerme en un estado de calma y presencia. Me muevo a mi propio ritmo, cedo el paso con amabilidad y elijo no ser parte del caos que me rodea. Y lo más importante, me hago preguntas constantes: ¿Qué energía puedo proyectar aquí que genere más espacio y facilidad?

Al final del día, no se trata solo del tráfico o del automóvil. Se trata de lo que eliges ser en cada momento. Así que te pregunto: ¿Cómo conduces? ¿Qué elegirás la próxima vez que te encuentres atrapado en el tráfico? ¿Te sumarás al caos o elegirás ser la diferencia que transforma ese momento?

Recomendación para el bienestar

La próxima vez que subas a tu auto, recuerda que tienes el poder de transformar tu experiencia, no solo al volante, sino en todas las áreas de tu vida. La pregunta es, ¿qué elegirás crear hoy? ¡La clave está en tus manos!