La situación en Birmania (Myanmar) se agrava tras el devastador terremoto de magnitud 7.7 que ocurrió la semana pasada. La junta militar en el poder ha confirmado un desgarrador total de 3.354 muertes, mientras las labores de rescate y remoción de escombros continúan, centrándose especialmente en las seis regiones declaradas en estado de emergencia.

Informes del periódico estatal Global New Light of Myanmar indican que, aunque se han contabilizado 4.850 heridos y 220 desaparecidos, las cifras pueden ser aún más elevadas. Equipos de rescate internacionales, que incluyen al menos 16 grupos especializados, han logrado rescatar con vida a 653 personas entre los escombros en los últimos días.

La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha calificado la devastación como una “gran incógnita”, alertando sobre la urgencia de ayudar a miles de damnificados que enfrentan una crisis humanitaria. Las necesidades son alarmantes: falta de agua potable, suministros médicos y refugios son solo algunas de las carencias que están sufriendo.

El epicentro del sismo fue en la región centro-norte del país, con Mandalay y Sagaing reportando el mayor impacto. Los rescatistas han encontrado dificultades para acceder a varias áreas debido a la destrucción de carreteras y puentes, así como la caída de edificaciones.

Con más de 17 millones de personas afectadas, incluyendo 9 millones muy cercanas al epicentro del desastre, la situación es desoladora. La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) confirma que 57 municipalidades se ven gravemente afectadas y requieren asistencia inmediata.

La comunidad internacional ya ha comenzado a movilizarse para brindar ayuda, pero la magnitud de esta tragedia requiere respuestas rápidas y efectivas. ¡El tiempo corre y Birmania necesita nuestra ayuda ahora más que nunca!