MADRID.- Mencio, el filósofo chino, afirmó hace siglos que “la amistad es una mente en dos cuerpos”, pero ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Yale nos sorprende con una nueva perspectiva: ¡la amistad también puede ser una microbiota en dos cuerpos! Un reciente estudio ha demostrado que, cuanto más interaccionan las personas, más similar se vuelve la composición de los microorganismos en sus intestinos, incluso si no viven bajo el mismo techo. Esto no es todo, ya que el estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature, revela que el microbioma de una persona depende no solo de sus amigos más cercanos, sino también de los amigos de esos amigos.

El equipo de Yale pasó más de una década en el corazón de la selva hondureña, reclutando 1787 participantes de 18 aldeas aisladas. Todos los voluntarios adoptaban una dieta tradicional y rara vez consumían antibióticos. Nicholas Christakis, el autor principal del estudio, destaca la dedicación de los participantes, señalando que en un entorno urbano como Madrid o Barcelona hubiese sido prácticamente imposible rastrear sus relaciones.

Pero, ¿qué es exactamente la microbiota y por qué es tan importante? Según Francisco Guarner, director de la Unidad de Investigación del Sistema Digestivo en el Hospital General Vall d'Hebron de Barcelona, la microbiota es una comunidad de bacterias, virus y hongos que habitan en nuestro tracto digestivo. Funciona como un órgano adicional en nuestro cuerpo, esencial para la digestión y el desarrollo de un sistema inmune equilibrado. Sin embargo, este “órgano” actúa de forma independiente y, a menudo, es difícil de manipular.

Durante años, se pensó que la microbiota se transmitía mayormente de manera vertical, es decir, heredada de madre a hijo. Sin embargo, este nuevo estudio indica que nuestras interacciones sociales juegan un papel crucial en la conformación de nuestra microbiota, sugiriendo que hay una transmisión horizontal. Christakis afirma: “Nuestro hallazgo sugiere que podemos predecir quiénes son tus amigos basándonos en las similitudes de los microbios de tus heces con las de ellos.”

Los datos revelan que quienes habitan en la misma casa comparten hasta un 14% de sus cepas microbianas, mientras que amigos que no viven juntos pero interactúan regularmente pueden compartir hasta un 10%. Sin embargo, entre aquellos que son vecinos pero no suelen interactuar, solo comparten un 4%, lo que indica claramente que existe una red de transmisión microbiana entre amigos.

Uno de los grandes misterios que rodea esta investigación es cómo se produce esta transmisión microbiana. Como señala Vallès, aún no hay una respuesta concluyente. Sin embargo, se sospecha que la boca es un punto crucial en este proceso de transmisión, ya que muchas bacterias son sensibles al oxígeno y requieren un contacto cercano para mantenerse viables. Guarner apunta que “la vía fecal-oral parece ser el vector de transmisión más significativo.”

A pesar de la aparente preocupación, este flujo de microorganismos es esencial para mantenernos saludables. Nuevas líneas de investigación están explorando cómo una comunidad microbiana sana puede influir en nuestra salud general, desde enfermedades cardiovasculares hasta trastornos del estado de ánimo como la depresión. Guarner declara que el conocimiento de estas interacciones es vital: “Ya sabíamos que el entorno social impacta en nuestra salud, y ahora vemos que también ayuda a conformar nuestro microbioma.”

La investigación abre un panorama fascinante sobre el potencial de la microbiota en la salud pública y sugiere que las enfermedades no transmisibles podrían representar un desafío aún mayor en comunidades donde la diversidad microbiana es pobre. En resumen, este asombroso estudio de Yale no solo redefine nuestra comprensión de la amistad, sino que revela un vínculo intrínseco entre nuestras relaciones sociales y nuestra salud intestinal. ¡Quién iba a imaginar que tus amistades podrían estar influyendo en tu salud de manera tan profunda!