Salud

Reflexiones de un Médico: 40 Años Después de Terminar la Carrera

2025-01-20

Autor: Joaquín

El 31 de enero de 1985 marcó el cierre de una etapa crucial en mi vida: el último día del servicio social. ¡Increíble, ya han pasado 40 años! Rememoro ese día con una mezcla de nostalgia y gratitud. Un año antes, llegué a Nutrición, lleno de entusiasmo a iniciar mi servicio social bajo la tutela de Ruy Pérez Tamayo. Sin embargo, mi emoción se desvaneció rápidamente al enterarme que él había dejado el Instituto el día anterior. A pesar del golpe que fue para mí, hoy puedo decir que quizás fue una bendición disfrazada. De no haber sido así, podría haberme dejado llevar por la fuerte personalidad de Ruy y terminar en patología, en lugar de dedicarse a la clínica y la investigación en fisiología, que he abrazado durante los últimos 35 años.

La ausencia de Ruy trajo consigo cambios inesperados. No llegaron los residentes de patología esperados, y el departamento se vio reducido prácticamente a un R1 y tres pasantes: Leticia Quintanilla, Maribel Colomé y yo. A pesar de la escasez de personal, ese año fue una intensa carrera de aprendizaje médico. Contamos con la apoyo de Edgardo Reyes, un joven patólogo, quien se convirtió en un pilar y una fuente inagotable de buen humor y sabiduría. Su famosa frase, “cállate los ojos”, resonaba en los momentos difíciles, y a menudo reíamos juntos mientras trabajábamos duro.

En esos tiempos, mi vida personal también estaba en un torbellino. Me había casado dos años antes de terminar mis estudios y recién nos mudamos a Tlalpan, cerca del Instituto. Un hito aún más emocionante llegó cuando descubrimos que íbamos a ser padres; mi primer hijo nacería en octubre de ese año, justo cuando yo cumplía con mi guardia en urgencias como residente de primer año, un mes después del devastador terremoto de 1985. De un solo golpe, mi vida cambió: terminé mis estudios, me mudé, comencé mi residencia y me convertí en padre.

La historia no termina ahí. Posteriormente, me especialicé en nefrología, obtuve un doctorado en ciencias y realicé un posdoctorado en la prestigiosa Harvard Medical en Boston. Al mirar hacia atrás, cada elección ha sido un ladrillo en la construcción de mi carrera y mi vida. Hoy, a pocos años de cumplir 60, mi esposa y yo seguimos felices, orgullosos de nuestros hijos, quienes este año cumplen 40 y 38, y han traído a nuestras vidas dos nueras maravillosas.

Desafortunadamente, he notado que muchos jóvenes ven el matrimonio y la paternidad como obstáculos. Quiero compartirles que lejos de ser una carga, estos aspectos han sido el motor de mi éxito. Hubiera sido muy triste no haber compartido este camino con mi familia. La vida es mejor cuando se vive en compañía.

Además de los logros profesionales, he encontrado una profunda satisfacción en ser padre y esposo. Mi familia ha sido un soporte invaluable en cada etapa de mi vida, motivándome a seguir adelante y a no rendirme en los momentos difíciles. Así que, si estás en esa encrucijada, considera el valor de la familia como aliado en tu viaje personal y profesional. Recuerda, ¡no estás solo en este camino!

Dr. Gerardo Gamba Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM