Con el vertiginoso avance de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG), se nos presenta una herramienta poderosa para crear contenidos impresionantes. Pero cuidado: esta misma tecnología puede transformarse en un arma mortal que propaga la desinformación y los deepfakes.

La IAG ha abierto un fascinante mundo de oportunidades creativas, pero también ha arrojado sombras inquietantes sobre la veracidad del contenido que consumimos. ¿Cómo saber lo que es cierto y lo que es simplemente un elaborado engaño? La proliferación de vídeos y audios manipulados ha escalado a niveles alarmantes, con consecuencias potencialmente devastadoras, desde la difamación personal hasta fraudes y estafas masivas.

Pero, ¿qué es realmente un deepfake?

Los deepfakes son contenidos digitales altamente realistas que utilizan técnicas avanzadas de inteligencia artificial, específicamente un proceso denominado 'aprendizaje profundo' o 'Deep Learning'. Este método se basa en algoritmos de redes neuronales que permiten trabajar de manera efectiva con grandes cantidades de datos para producir resultados sorprendentemente convincentes.

De acuerdo con la Fundación RAE, el término es un híbrido que proviene de 'deep learning' (aprendizaje profundo) y 'fake' (falso). Aunque esta tecnología se ha utilizado legítimamente en la industria del entretenimiento para dar vida a actores fallecidos o rejuvenecer personajes, su lado oscuro puede ser devastador.

Por ejemplo, en 2024 la película 'Alien: Romulus' trajo de regreso a Ian Holm, quien falleció en 2020, utilizando esta sofisticada tecnología. Pero, ¿quién garantiza que este avance no sea empleado para fines nefastos?

Recientemente, el influencer Xelsoi reveló un caso alarmante de fraude utilizando deepfakes para difundir noticias falsas en redes sociales, donde se involucra a celebridades en delitos ficticios, junto con enlaces a portales engañosos.

¿Cómo se crea un deepfake?

La Enciclopedia Britannica explica que crear un deepfake implica replicar tanto la voz como la apariencia de una persona específica. Esto se logra introduciendo datos de audio y vídeo reales en un modelo de IA, que aprende a imitar tanto los sonidos como los gestos de la persona. Este proceso involucra dos algoritmos: uno genera imágenes sintéticas y otro proporciona retroalimentación para mejorar la calidad de la simulación. Este ciclo de entrenamiento se repite hasta que las imágenes son prácticamente indistinguibles de la realidad.

¿Cómo podemos detectar un deepfake?

Aunque los deepfakes son cada vez más convincente, hay señales que pueden ayudarnos a desvelar la verdad:

**Audios:** Presta atención a la claridad de la voz y las emociones. Las máquinas aún luchan por replicar matices emocionales genuinos.

**Vídeos:** Observa la sincronización de los movimientos faciales con el audio; patrones anormales de parpadeo y sincronización pueden delatar la manipulación.

**Imágenes:** En fotos generadas por IA, los rostros pueden parecer demasiado simétricos, y los ojos generalmente tienen un brillo poco natural.

Un sistema defensivo debe incluir la educación sobre estas tecnologías. La desinformación puede romper sociedades, influir en decisiones cruciales y afecta nuestra percepción de la realidad. Mantente alerta, investiga más y comparte este conocimiento: el futuro de la información y tu propia identidad pueden depender de ello.