Salud

Medicina: El Decoro Profesional en Tiempos de Cambio

2025-01-23

Autor: Mateo

En un mundo donde la política a menudo parece estar llena de enfrentamientos ideológicos, es alarmante cómo ciertos políticos, en su afán de comunicar, parecen más interesados en desahogar un resentimiento incontrolable que en presentar soluciones efectivas a los problemas que enfrentan los ciudadanos. Esta situación se intensifica con la actual ministra de Sanidad, quien ha propuesto una planificación restrictiva para acceder a puestos directivos en la sanidad pública. Su insistencia en la exclusividad como medio para erradicar la corrupción parece ser un concepto erróneo: en lugar de descubrir y sancionar a los corruptos, se intenta estigmatizar a todos los profesionales. Esta estrategia, en lugar de limpiar, solo causa suspicacias y rencores.

La realidad es que los profesionales de salud, de las generaciones que construyeron el actual Sistema Nacional de Salud, hemos combinado nuestras labores en el sector público y privado, bajo unas normas que datan de 1984 y 2003 en un intento de mejorar nuestras condiciones económicas. Esta realidad no solamente fue una elección personal, sino una oportunidad para contribuir a un sistema que requería dedicación y esfuerzo. Las extensas jornadas laborales han hecho que muchos de nosotros solo pudiéramos pasar tiempo con nuestros hijos los fines de semana, creando así un modelo alternativo en el que nuestros propios cónyuges se convirtieron en los educadores principales.

Este marco permitió la gestación de una revolución en la atención médica, investigación y formación de nuevos profesionales a través del sistema MIR. Se lograron avances significativos en diversas disciplinas médicas y quirúrgicas, y nuestros hospitales se transformaron en referentes internacionales, especialmente en trasplantes, motivo de orgullo en el ámbito sanitario.

Sin embargo, la evolución de las políticas debe ir acompañada de una visión clara sobre cómo mantener y atraer talento a la Sanidad. No se pueden implementar medidas que excluyan a aquellos que, independientemente de su orientación ideológica, se dedican apasionadamente al bienestar de los pacientes. Anhelo un futuro donde se valore la diversidad en los equipos de trabajo y donde cada profesional pueda desarrollar su proyecto de vida, combinando su vocación científica con su papel como clínico. En tiempos en que la atención médica enfrenta desafíos sin precedentes, es vital recordar que el verdadero protagonista debe ser siempre el paciente.