La Unión Europea está impulsando un cambio radical en la forma en que se crían las gallinas en toda Europa, convirtiendo la producción de huevos en un debate candente entre los productores y las normas de bienestar animal. Con la intención de eliminar el sistema de jaulas, los granjeros españoles se enfrentan a inversiones que podrían superar los 2.300 millones de euros, según la Organización Interprofesional del Huevo y sus Productos (Inprovo). Vicente Betrán, un granjero con 32.000 gallinas ponedoras en Huesca, plantea una pregunta crucial: "¿Quién decide si una gallina es feliz?"

Betrán, que ha heredado la granja de su padre, recuerda que en los años 60, las gallinas estaban en condiciones poco higiénicas, propensas a enfermedades. La normativa cambió, permitiendo el uso de jaulas para prevenir la alta mortalidad y el riesgo de salmonella. Sin embargo, actualmente, la eliminación de jaulas es vista como un retroceso en la seguridad y bienestar de los animales.

En total, existen cuatro sistemas de producción de huevos, identificados por números que se encuentran en la cáscara: las gallinas ecológicas (código 0), camperas (código 1), criadas en suelo (código 2) y en jaulas (código 3). La gran mayoría de los granjeros españoles, alrededor del 80%, como Betrán, utilizan el sistema de jaulas, que les permite controlar mejor la salud de las gallinas.

Betrán explica que sus aves viven en espacios diseñados para su comodidad y bienestar, evitando que entren en contacto con sus propios excrementos. La pregunta del bienestar animal genera mucha controversia, y Bettán cuestiona la idealización de una gallina feliz en el campo, argumentando que esta imagen no refleja las dificultades de las condiciones climáticas adversas. "¿Qué pasa durante el frío invierno o cuando nieva? A mis gallinas les aseguro un ambiente controlado y sin estrés", enfatiza.

A medida que la Unión Europea avanza hacia la prohibición de las jaulas, hay un creciente temor entre los productores sobre el impacto que esto tendrá no solo en la salud de las aves, sino también en su supervivencia económica. Regresar a un sistema sin jaulas podría provocar un aumento en la mortalidad y una mayor prevalencia de enfermedades, incluida la salmonella. Algunos expertos veterinarios han confirmado que las gallinas en sistemas camperos están más expuestas a factores externos, lo que podría incrementar el riesgo de problemas de salud, aunque no hay datos definitivos que respalden esta teoría.

Betrán estima que para adaptar su granja a la nueva normativa, deberá invertir medio millón de euros en reformas. "A mis 60 años, me preocupa si puedo afrontar una inversión de tal magnitud y los retos que conllevaría gestionar gallinas enfermas", dice con preocupación. Sumado a esto, el aumento inevitable en el precio de los huevos para los consumidores es otro de los efectos colaterales que podría tener esta legislación.

La pregunta que queda en el aire es: ¿Es el bienestar animal realmente la prioridad, o se están desestimando las realidades del trabajo agrícola? El futuro de muchas granjas en España depende de las respuestas y decisiones que se tomen en los próximos meses.