La nueva meta que transforma nuestra visión del bienestar
2024-12-26
Autor: Pedro
Cuando Marilyn Monroe afirmaba que la felicidad se encuentra dentro de uno mismo y no al lado de otra persona, intentaba ilustrar que su búsqueda era un viaje personal. Sin embargo, aunque su reflexión es profundamente sabia, no le ayudó en su lucha interna. Rita Hayworth, otra icónica estrella de Hollywood, capturó esta idea al decir: 'Todos los hombres que conozco se han enamorado de Gilda y han despertado conmigo', resaltando la importancia de centrarse en el ser interior más que en la apariencia exterior.
La persistente búsqueda de la felicidad, intensificada cuando se examina a través de la vida de celebridades, no hace más que reflejar las complejas realidades de los mortales comunes. Durante casi dos siglos, la felicidad ha sido una de las metas más buscadas, con definiciones que han variado enormemente. Este enfoque se ha acentuado con el surgimiento de naciones como Canadá, Australia, Francia y el Reino Unido, que han integrado el bienestar en sus políticas públicas, en gran medida gracias a iniciativas de la Organización de las Naciones Unidas.
Todo este cambio comenzó en 1972 cuando Jigme Singye Wangchuck, el rey de Bután, introdujo el concepto de Felicidad Nacional Bruta (FNB), desplazando el Producto Interno Bruto (PIB) como principal medidor de progreso. Su enfoque buscaba redirigir la política económica hacia principios del budismo y, con la ayuda de expertos canadienses, estableció cuatro métricas para medir la felicidad: desarrollo sostenible, preservación de valores culturales, conservación de la naturaleza y buenas prácticas de gobernanza. Bután se transformó en un modelo que inspiró a otros países, pero a medida que esta visión fue ganando terreno, se comenzó a cuestionar la idea de la felicidad como una meta final, dándole paso a un nuevo ideal: la serenidad.
Según una investigación reciente de Ipsos, el estado de felicidad global ha mejorado desde el momento más crítico de la pandemia, llegando al 71% de personas que se describen felices en 30 países, aunque sigue siendo inferior al 77% de 2011. Las proyecciones para 2024 indican que los Países Bajos liderarán con un 85% de habitantes felices, mientras que Hungría y Corea del Sur se encuentran en el extremo opuesto con un 48%.
¿Pero qué realmente significa ser feliz? La compleja tarea de definir la felicidad es un dilema constante para los expertos. Tal Ben-Shahar, un destacado académico de Harvard, considera que la felicidad es un mito que engloba múltiples estados de bienestar —físico, emocional, intelectual, social y espiritual—, pero que no debe ser perseguida como un objetivo final, sino entendida como un equilibrio que promueve la calma y el disfrute del presente.
Robert Waldinger, profesor en la Harvard Medical School, añade que la búsqueda de la felicidad se ha asemejado a perseguir un espejismo: se ha planteado como un objetivo a alcanzar, cuando debería ser más sobre el camino y el proceso. El paradigma ha cambiado, y el enfoque ha pasado de la acumulación material hacia la búsqueda de una estabilidad emocional. Desde el ámbito científico, expertos como Morten L. Kringelbach han afirmado que esta búsqueda ha creado un estándar inalcanzable, dictado por el mercado de consumo, que promueve el deseo constante de más, en lugar de enfocar en lo esencial y lo básico que proporciona satisfacción.
En este contexto, nuevas definiciones de felicidad están en auge. Investigadores como José Ramón García Guinarte sostienen que la felicidad es una percepción individual que genera respuestas emocionales variadas. Y especialistas en neurociencia han clasificado la felicidad en tres categorías: la relacionada con la expectativa de placer, la relacionada con la satisfacción de deseos y aquella que deriva de una paz interior profunda.
Para alcanzar esta paz, Ben-Shahar aconseja prácticas cotidianas que fomenten la tranquilidad mental. Esto incluye la gratitud diaria, evaluar diferentes perspectivas y cultivar momentos de soledad para la contemplación. La serenidad, a menudo menospreciada en comparación con la búsqueda de la felicidad, está cobrando protagonismo como un estado más sostenible de bienestar.
Ahmad Rusdi, de la Universidad Islámica de Indonesia, señala que la psicología positiva está comenzando a estudiar la serenidad como un equivalente emocional a la felicidad, sugiriendo que la tranquilidad puede ser más difícil de definir debido a su conexión con diversas filosofías. Mientras tanto, la sociedad consumista tiende a medir la felicidad a través de la acumulación de experiencias y objetos materiales, promoviendo una insatisfacción perpetua.
El impulso por alcanzar experiencias siempre más intensas puede enmascarar un vacío interno constante. Sin embargo, el enfoque debería ser apreciar lo simple, estar presente en la cotidianidad, y redescubrir qué es lo que realmente aporta valor a nuestras vidas. Esto invita a un enfoque más consciente sobre el tiempo y los valores que promovemos. Como dice el filósofo y poeta Guillaume Apollinaire: ‘De vez en cuando, es bueno detener la búsqueda de la felicidad y simplemente ser', recordándonos que la esencia de vivir plenamente radica en el ahora.