Salud

La Ministra Comunista que Quiere Cambiar la Sanidad: ¿Realmente Hasta Dónde Llegará?

2024-12-30

Autor: Antonia

La ministra de Sanidad, Mónica García, que se presenta como médica y madre, es una ferviente seguidora de su legado comunista familiar. Sin embargo, en lugar de optar por un comunismo clásico, se ha alineado con el modelo de Podemos, adaptado y modernizado, donde las dictaduras del proletariado como la de Maduro no se exhiben a través de símbolos clásicos como Lenin o Stalin, a pesar de que los resultados, en términos sociales, no son muy diferentes.

García, quien fue nombrada por el presidente Pedro Sánchez, ha mostrado claramente su rechazo hacia la Medicina Privada. Antes de asumir su cargo, ya había denunciado un presunto desfalco de cerca de 3.000 millones de euros al Partido Popular de Madrid, aunque aún no se conocen los avances de esta denuncia. Su oposición parece centrarse no solo en el sistema de Medicina Privada, sino especialmente en aquellos que gestionan la sanidad desde el PP. De hecho, durante la pandemia, García criticó la construcción del hospital Zendal, logrando un hito curioso: ser médica y oponerse a la expansión de recursos hospitalarios, lo que despertó muchas interrogantes. Algunos especulan que su resistencia podría estar motivada por su historial electoral, ya que siempre ha sido superada por Isabel Díaz Ayuso en las elecciones.

Es interesante señalar que la colaboración entre la sanidad privada y pública en Madrid tuvo un impacto positivo durante la crisis sanitaria del COVID-19, ayudando a salvar innumerables vidas.

Ahora, Mónica García parece decidida a erradicar la medicina privada, a pesar de que existe en todos los países de la Unión Europea. Uno de sus planes más controvertidos es la desintegración de Muface, lo que no solo podría no resultar en ahorros económicos, sino que también se espera que agudice las listas de espera para atención médica. No está claro si el desmantelamiento de Muface afectará a medio millón o incluso a un millón de funcionarios, pero lo cierto es que podría tener consecuencias fatales para pacientes que, en lugar de esperar por atención médica, podrían no recibirla a tiempo.

Mientras la política sanitaria sufre cambios drásticos bajo la gestión de García, es vital preguntarse: ¿Es su enfoque realmente el camino hacia una atención médica más justa y eficiente? O, por el contrario, ¿estamos ante un riesgo de desintegración de la sanidad pública que solo afectará a los más vulnerables? Esta situación merece un seguimiento cercano.