Paola Hartley, una talentosa bailarina profesional radicada en Estados Unidos, comparte la profunda conexión que siente con la danza, heredada de sus padres, los renombrados bailarines chilenos Edgardo Hartley y Elba Rey, quienes dejaron un legado inolvidable.

"La pasión de mi mamá era increíblemente intensa; siempre estaba entrenando y enseñando, cultivando nuevos talentos. Por otro lado, mi papá siempre buscó hacer el ballet accesible para todos. De ambos heredo un inmenso amor por la danza", relata Paola, quien ha dedicado su vida a este arte.

Desde su nacimiento en Alemania, la música y el ballet han sido parte fundamental de su vida. A los tres años, su familia se trasladó a Sudáfrica y, poco después, a Chile, donde creció rodeada del teatro y el baile. En este ambiente, Paola comenzó a soñar con el escenario, incluso convirtiéndose en un rostro familiar en programas populares como Sábado Gigante y Martes 13.

Poco a poco, sus padres se dieron cuenta de su talento y la alentaron a seguir su carrera internacionalmente. Así fue como estudió en una prestigiosa escuela de arte en Carolina del Norte, donde fue guiada por la famosa bailarina Melissa Hayden, quien le presentó las obras del célebre coreógrafo George Balanchine.

Con el tiempo, Paola brilló en el Ballet de Santiago, donde se convirtió en bailarina solista en 1997. Luego, se unió al Ballet Arizona, alcanzando papeles principales. Su carrera la llevó a dejar de danzar en 2015, siendo guiada por la icónica Suzanne Farrell, y desde entonces, se ha dedicado a enseñar a nuevas generaciones de bailarines.

Recientemente, realizó con gran éxito el evento 'Arizona Grand Gala of Stars', destinado a integrar talentos locales con estrellas internacionales de la danza. Este evento marca un hito, ya que ha consolidado la presencia del arte escénico en Arizona y busca expandirse a Chile en un futuro cercano.

La gala, impulsada por su experiencia personal y su amado legado familiar, reunió a bailarines reconocidos mundialmente, como Daniil Simkin y Iana Salenko, así como a talentos emergentes. A través de esta gala, Paola no solo busca inspirar y educar, sino también abrir oportunidades para las futuras generaciones de bailarines.

Además, estableció el premio ‘The Heartly Dance Project Award’, una beca de $2,500 destinada a ayudar a escuelas de danza, asegurando que los estudiantes puedan continuar sus estudios. Esta iniciativa refleja su compromiso con la educación y el fomento de la danza.

Paola confiesa su deseo ardiente de llevar este evento a Chile: "La idea de traer la gala a mi país está en pleno desarrollo. Estoy segura de que mis padres están conmigo en cada paso de este camino".

Así, la historia de Paola Hartley no solo es un relato de éxito personal, sino un emocionante adelanto de lo que podría ser un renacimiento de la danza en Chile. ¡Mantente alerta, porque la próxima gran gala podría estar por llegar a nuestro país!