La reciente nominación de Marco Rubio como secretario de Estado por el presidente electo Donald Trump está generando enormes expectativas sobre un posible giro radical en la política estadounidense hacia Venezuela. Rubio, un destacado senador cubanoamericano, ha sido un férreo defensor de la posición de que Estados Unidos debe dejar atrás estrategias diplomáticas suaves ante lo que él denomina una dictadura implacable, vinculada a un cartel de drogas en el poder.

Rubio, que ha demostrado ser uno de los analistas más informados sobre los riesgos que representan los regímenes de La Habana y Caracas para la seguridad en el hemisferio occidental, ha criticado abiertamente los intentos de la administración Biden de dialogar con Nicolás Maduro en un esfuerzo por facilitar una transición democrática. Acusa a esta administración de ceder a demandas del régimen, ofreciendo concesiones que solo han servido para afianzar el poder de Maduro.

Tras las controvertidas elecciones en Venezuela el 28 de julio, que múltiples gobiernos consideran fraudulentas, Rubio aseguró que el resultado era predecible y que fue impulsado por los esfuerzos inadecuados de la administración actual, que buscaba un acuerdo con Maduro.

La situación se complica aún más al considerar que, en el marco de reuniones secretas llevadas a cabo en Catar durante el 2023, la administración Biden había acordado liberar a altos funcionarios y familiares de Maduro que enfrentan acusaciones de corrupción y tráfico de drogas. Este tipo de acciones se interpretan como signos de debilidad, que Rubio y otros críticos de la administración han señalado como un error estratégico.

Con Marco Rubio en la cima del Departamento de Estado, se espera que la estrategia estadounidense hacia Venezuela se vuelva más agresiva, lo que podría significar el fin del chavismo tal como lo conocemos hoy. Esto hace que muchos se pregunten: ¿Estamos a las puertas de un cambio histórico en Venezuela? La comunidad internacional está a la expectativa.