La invisibilidad de las mujeres en el ámbito científico es un fenómeno alarmante que sigue presente en nuestra sociedad. Un claro ejemplo de esto fue el reciente evento en la Universidad de Salamanca (USAL), donde la destacada microbiologa Emmanuelle Charpentier fue reconocida con el título de doctora honoris causa. Sin embargo, su logro pasó a un segundo plano en los medios de comunicación, que pusieron el foco en el tenista Rafa Nadal, quien recibió el mismo honor.

Maite Paramio, presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), no dudó en criticar esta dinámica: "Si los periodistas prefieren darle más destaque a figuras populares en lugar de a científicas, están causándole un daño enorme a la ciencia".

Emmanuelle Charpentier es una pionera en la investigación genética, siendo una de las creadoras del sistema CRISPR, una técnica revolucionaria que ha cambiado el panorama de la biomedicina y que ha ofrecido nuevas esperanzas en la lucha contra el cáncer. Su valioso trabajo le valió el Premio Nobel de Química en 2020, junto a Jennifer Doudna, pero su reconocimiento sigue siendo eclipsado por figuras de alto perfil mediático.

En el discurso sobre la desigualdad en el reconocimiento de las mujeres en la ciencia, Teresa Rosas, del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), describió los entornos académicos como "muy hostiles". Según Agnès Delage, catedrática de Ciencias Sociales, "para ascender en la jerarquía, las mujeres a menudo deben adoptar actitudes que no son auténticas para ellas, lo que perpetúa un clubs de hombres".

La situación es tan crítica que las mujeres solo representan un 6% de todos los receptores del Premio Nobel en la historia. Un ejemplo reciente que evidencia esta falta de representación es el caso de Rosalind Lee, quien fue la primera autora de un artículo clave para el Nobel de Medicina de 2024, otorgado a su esposo, lo que levantó muchas críticas sobre la omisión de su contribución.

Otro incidente alarmante ocurrió en 2018, cuando Donna Strickland se convirtió en la tercera mujer en recibir el Premio Nobel de Física, pero su entrada en Wikipedia no se creó hasta 90 minutos después de su premiación, lo que subraya la invisibilidad a la que están sometidas las científicas.

Paula Nieto, fundadora de la organización InGenias, comenta que falta visibilidad de mujeres referentes en la ciencia, lo que limita el empoderamiento de nuevas generaciones. La catedrática Delage añade que "los sesgos de género conducen a una falta de innovación". Para cambiar esta tendencia, Paramio aboga por una mayor cobertura mediática sobre los logros de las mujeres en ciencia y Rosas enfatiza la importancia de la educación, sugiriendo que se debe ir más allá del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia y proporcionar un espacio constante para la voz femenina en la ciencia.

Es momento de reconocer y valorar el papel de las mujeres en la ciencia, no solo en ocasiones especiales, sino como un estándar de referencia, para inspirar a futuras generaciones y asegurar un progreso inclusivo y representativo en todas las áreas del conocimiento.