En los últimos años, la economía estadounidense ha desafiante las predicciones de desaceleración, y 2024 ha seguido este sorprendente patrón.

Aun con la incertidumbre relacionada a las elecciones presidenciales, las altas tasas de interés y un enfriamiento en el mercado laboral, el crecimiento económico ha permanecido robusto este año.

De acuerdo con las proyecciones del Fondo Monetario Internacional, Estados Unidos se posiciona como el país del Grupo de los Siete con los mejores resultados. Sin embargo, la economía no ha estado exenta de problemas. La inflación ha sido persistente, lo que obligó a la Reserva Federal a mantener las tasas de interés elevadas durante más tiempo del anticipado.

Los sectores inmobiliario y manufacturero se han visto especialmente afectados por los altos costos de los préstamos, y muchos consumidores han comenzado a experimentar un aumento en las tasas de morosidad debido a deudas acumuladas de tarjetas de crédito, hipotecas y otros préstamos.

La clave detrás de la sorprendente resistencia económica ha sido el consumidor estadounidense. A pesar de la desaceleración en la contratación, el crecimiento de los salarios ha superado a la inflación, llevando la riqueza de los hogares a nuevos máximos, lo que ha contribuido a un aumento del gasto. Según analistas de Bloomberg Economics, el gasto de los hogares creció un 2,8% en 2024, superando las expectativas iniciales.

Sin embargo, se comienzan a notar fisuras en esta fortaleza. Los ahorros acumulados durante la pandemia se han agotado en gran medida, y muchos consumidores están reduciendo la parte de sus ingresos que destinan al ahorro. Además, el aumento del gasto ha sido en gran parte impulsado por aquellos con mayores ingresos, quienes se benefician del efecto riqueza por el aumento en los precios de las viviendas y del mercado bursátil.

Por otro lado, la situación del mercado laboral también está enviando señales preocupantes. La tasa de desempleo ha aumentado y el número de ofertas de empleo ha disminuido, lo que podría sugerir un debilitamiento en la economía a futuro. A pesar de estas preocupaciones, la Reserva Federal ha comenzado a ajustar las tasas en un intento de estimular el crecimiento, aunque algunos analistas advierten que estas medidas deben ser cuidadosas para no empeorar la inflación.

En términos de inflación, el avance hacia la meta del 2% se ha estancado, especialmente en los últimos meses, con un índice de precios de gastos de consumo personal que ha subido un 2,8% en comparación con el año anterior. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha señalado que, a pesar de las bajas en las tasas, se necesitarán más avances en el control de la inflación para considerar futuros recortes en 2025.

El mercado de la vivienda sigue enfrentando desafíos significativos. Las tasas hipotecarias, que cayeron a mínimos en septiembre, han vuelto a acercarse al 7%, afectando las ventas y llevando a los constructores a ofrecer incentivos para atraer compradores. Las previsiones sugieren que el mercado de reventa podría ver sus ventas en 2024 aún por debajo de los niveles del año pasado, que ya marcó un mínimo desde 1995.

El sector manufacturero también sufre las consecuencias de altos costos de endeudamiento, con empresas que limitan su personal para reducir gastos en un entorno de menor demanda. Aunque algunos anticipan que los planes económicos del presidente electo Donald Trump, que incluyen un enfoque en la manufactura nacional, podrían acabar intensificando la inflación y los problemas de suministro, resulta imprescindible observar cómo se desarrollará esta situación en los próximos meses.

Así, mientras la economía de Estados Unidos sigue mostrando resiliencia, los expertos advierten que se avecinan vientos en contra, y el 2025 podría traer nuevos retos que determinen el futuro económico del país.