Los agujeros negros, esos fascinantes remanentes de estrellas que han colapsado, son más complejos de lo que pensamos. Se generan a partir de estrellas muertas y, a menudo, se detectan a través del brillo de un disco de acreción que se forma en sus bordes. Sin embargo, cuando entran en periodos de letargo, su luminosidad se reduce drásticamente, haciendo que resulten más difíciles de observar.

Un equipo de astrofísicos ha encontrado evidencia de que no solo existen agujeros negros gigantescos en el universo primitivo, sino que también podrían alternar entre fases de inactividad y actividad intensa. Este descubrimiento se basa en el estudio del tamaño de estos agujeros negros y su estado latente, a partir del cual se puede inferir la masa de la galaxia que los contiene.

Se cree que estos agujeros negros 'comen' materia durante eones, aproximadamente entre cinco y diez millones de años, antes de entrar en un estado de 'sueño' que podría durar hasta unos asombrosos cien millones de años. El profesor Roberto Maiolino, coautor del estudio y miembro del Instituto Kavli y el Laboratorio Cavendish de Cambridge, destaca que esta inactividad no significa que los agujeros negros no estén activos en otros períodos. "Puede sonar contraintuitivo pensar en un agujero negro inactivo con episodios de hiperactividad, pero esos breves momentos de intensa actividad les permiten crecer rápidamente mientras la mayor parte del tiempo están en un estado de reposo", explica.

Este fenómeno abre un nuevo horizonte en nuestra comprensión del fenómeno de los agujeros negros, sugiriendo que el universo podría haber creado enormes agujeros negros incluso en galaxias pequeñas durante periodos tempranos de su evolución. A medida que avanzan las investigaciones, la tecnología de telescopios como el Webb nos permitirá seguir de cerca estas misteriosas entidades cósmicas y entender más sobre su formación y comportamiento. ¡Prepárense para descubrir más sorpresas sobre el universo!