Descubrimiento de oro en los océanos

Recientes investigaciones realizadas por científicos de la NASA revelan que los océanos son el hogar de la mayor reserva natural de oro del planeta, ¡y en teoría, accesible para todos! Se estima que alrededor de 20 millones de toneladas de oro se encuentran disueltas en el agua del mar. Sin embargo, a pesar de esta sorprendente cifra, extraerlo es un desafío monumental debido a su baja concentración en vastas cantidades de agua.

La cantidad de oro en comparación con la historia de la humanidad

Para dar una idea de esta magnitud, la humanidad ha recolectado tan solo unas 200,000 toneladas de oro a lo largo de toda su historia, ¡lo que representa 100 veces menos que lo que existe en los mares y océanos! Es importante señalar que, mientras que el oro en el mar podría ser accesible, la mayor reserva conocida se encuentra en el núcleo de la Tierra con unas impresionantes 2,000 millones de toneladas, de acuerdo con el geólogo australiano Bernard Wood.

Desafíos de la extracción y su impacto ambiental

Pero, ¡espera! La extracción de oro del mar podría tener un costo mucho mayor: el de nuestros ecosistemas. Los obstáculos tecnológicos son enormes; aunque la tecnología ha avanzado, seguiría siendo sumamente costoso extraer estos metales preciosos disueltos. En el fondo marino, además, existen depósitos más accesibles en zonas como los ‘fumadores negros’, que liberan minerales del interior terrestre. Sin embargo, la explotación en estas áreas ya ha comenzado en varios lugares, como en Papúa Nueva Guinea, donde se otorgó el primer permiso para minería submarina en 2017.

Consecuencias de la 'fiebre del oro' en el mar

Este descubrimiento podría dar lugar a una nueva ‘fiebre del oro’, pero no sin implicaciones. Las exploraciones mineras en el fondo del mar tienen el potencial de causar daños devastadores a ecosistemas marinos enteros, muchos de los cuales son todavía poco conocidos y extremadamente vulnerables. Se estima que cada operación de extracción podría arrasar cientos de kilómetros cuadrados de hábitats marinos, alterando gravemente las cadenas alimentarias.

Reflexiones sobre el futuro de nuestros océanos

Ante estas ocurrences, surge una pregunta vital: ¿vale la pena arriesgar nuestras reservas naturales en busca de un metal precioso? La comunidad internacional ya está empezando a debatir la importancia de establecer regulaciones estrictas para proteger nuestros océanos y la vida que en ellos habita. ¡Este es un tema que dará mucho de qué hablar en el futuro!