La psicóloga social argentina Dolores Albarracín ha sido galardonada esta semana con el prestigioso Premio Fronteras del Conocimiento en Ciencias Sociales, otorgado por la Fundación BBVA y valorado en 400.000 euros en Madrid. Sin embargo, esta celebración se vio empañada cuando, días después, descubrió que su importante proyecto de cinco años sobre cómo aumentar las tasas de vacunación, en colaboración con la Universidad de Pensilvania, estaba entre los 33 proyectos afectados por recortes de financiación de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, la principal entidad gubernamental encargada de la investigación biomédica.

La situación se hizo evidente cuando recibió una carta del Departamento de Salud y Servicios Humanos, encabezado por el secretario Robert F. Kennedy Jr., un reconocido detractor de las vacunas. Según el documento, la investigación de Albarracín, que contaba con un financiamiento de cuatro millones de dólares, ya no se alineaba con las prioridades del gobierno de Trump. “El NIH tiene la obligación de gestionar cuidadosamente las subvenciones para asegurar que el dinero de los contribuyentes se utilice de manera que beneficie al pueblo estadounidense y que mejore su calidad de vida. Su proyecto no cumple con estos criterios”, se indicaba en la misiva.

Este recorte representa millones de dólares en fondos perdidos para investigaciones sobre la reticencia a vacunarse y otros temas críticos. Aún más alarmante, la semana pasada se enviaron al menos 16 cartas de terminación a investigadores que abordaban temas como la diversidad y la inclusión de las poblaciones transgénero, lo que sugiere un patrón preocupante en la política de investigación bajo esta administración.

Albarracín califica estas acciones como “algo sin precedentes” y destaca que su beca, vigente desde 2023, es el primer grant revocado a esta universidad. La noticia de la cancelación de estas subvenciones coincide con un brote de sarampión en Texas, afectando principalmente a niños no vacunados, a pesar de que la enfermedad había sido declarada erradicada en el país en el año 2000. La experta apunta que el aumento en la oposición a las vacunaciones ha sido evidente desde 2018, especialmente entre grupos conservadores que han estado promoviendo políticas que limitan la vacunación obligatoria en diversas regiones de EE. UU.

Las razones detrás de este rechazo a la vacunación son variadas, desde creencias religiosas hasta convicciones sobre la injerencia del gobierno en la vida privada. Cada estado tiene la libertad de definir sus políticas de vacunación, y los que tienen tendencias conservadoras han estado activa y deliberadamente reduciendo la obligación de vacunar a niños.

Desde su llegada a EE. UU. hace más de diez años, Albarracín ha trabajado incansablemente en el ámbito académico y desde 2021 lidera el Laboratorio de Acción Social y el Grupo de Salud y Medios Sociales de la Escuela de Comunicación Annenberg. Su trabajo sobre la Teoría de las Actitudes es vital en la lucha contra la desinformación relacionada con la salud. Mientras que creencias erróneas como la idea de que la Tierra es plana pueden no generar comportamientos dañinos de inmediato, la creencia de que las vacunas son peligrosas puede tener consecuencias graves en la salud pública.

La situación en EE. UU. es alarmante. La administración Trump ha mantenido un enfoque de recortes en áreas cruciales de investigación financiadas por el NIH, incluyendo propuestas de modificación de subvenciones para investigaciones sobre vacunas de ARN mensajero, una tecnología central en la lucha contra el COVID-19.

El director interino de los NIH, Dr. Matthew Memoli, ha solicitado información sobre la financiación dirigida a la investigación en vacunas de ARNm, lo que podría afectar iniciativas para desarrollar vacunas contra enfermedades como el dengue o la enfermedad de Lyme. Albarracín advierte que recortes adicionales podrían tener efectos devastadores, especialmente en investigaciones globales que son vitales, como las relacionadas con el VIH/SIDA, que se realizan en gran parte en África.

La experta se encuentra preocupada por la dirección que están tomando estas políticas y la “cantidad de medidas ilegales” que ha implementado el gobierno. “Cualquier cosa puede ocurrir, estamos viendo un avance hacia un régimen claramente autoritario”, concluye, evocando su experiencia en su país natal, Argentina.