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Familias destruidas: el oscuro fenómeno de las falsas denuncias de abuso sexual

2025-04-03

Autor: Santiago

En febrero de 2025, el actor Gonzalo Valenzuela sorprendió a muchos al irrumpir en la ceremonia de los premios Caleuche con una impactante declaración. Su amigo Roberto Farías, quien había sido premiado esa noche, había enfrentado un escarnio público en el pasado por una denuncia de abuso, de la cual resultó finalmente absuelto.

El caso de Farías, respaldado por un grupo de colegas, fue un impactante recordatorio de cómo las denuncias falsas pueden llevar al linchamiento mediático y a recibir amenazas de incendio contra el lugar donde se iba a presentar. Este evento reavivó el debate sobre la presunción de inocencia y las persecuciones públicas que enfrentan los acusados injustamente. Resultó ser un tema candente en la sociedad chilena, que se vio intensificado por una errónea acusación de acoso sexual contra el presidente Gabriel Boric a fines de 2024, calificada como falsa por su gobierno.

Las falsas denuncias de abusos sexuales son un fenómeno que ha permanecido en gran parte en la sombra. Han sido muchos los padres afectados, como Bernardo Subercaseaux, un filósofo que en el año 2000 perdió por completo el vínculo con sus hijos a causa de acusaciones infundadas. También están los casos de Jorge Tocornal y Rodrigo Saavedra, quienes pasaron años en prisión antes de que sus hijos admitieran que las denuncias eran falsas.

Recientemente, jueces, peritos, abogadas de familia y organizaciones de padres han comenzado a alzar la voz sobre lo que llaman una "pandemia" de denuncias falsas de abuso sexual contra padres, un problema difícil de erradicar y aún más complicado de visibilizar.

Después de tres años de investigación, quedó claro que estas acusaciones se dividen en dos categorías principales: las denuncias de abuso sexual infantil y las de violencia intrafamiliar. La mayoría de estas provienen de progenitores que se separan después de una ruptura conflictiva, donde generalmente el padre es el acusado, siendo las acusaciones de abuso sexual las más devastadoras.

A pesar de que ciertamente existen denuncias legítimas, es crucial investigar a fondo para no confundir casos reales con acusaciones que surgen fruto de conflictos personales. Las denuncias falsas suelen aparecer como parte de un patrón de escalada de conflictos entre ex parejas que giran en torno a la custodia y pensiones alimenticias. Esto genera un ciclo destructivo que afecta no solo a los padres acusados, sino también a los hijos.

La falta de un marco legal claro para que los padres denunciados puedan defenderse es alarmante. Al ser acusados de abuso sexual, no reciben una absolución definitiva, sino un simple sobreseimiento, lo que los deja en un limbo legal. Esta situación perpetúa un estigma y los aleja aún más de sus hijos, creando una dinámica de separación que puede durar años.

Los juicios por abuso son particularmente problemáticos. Aunque los jueces actúan con la intención de proteger a los niños, la forma en que se procesan estas denuncias conduce, a menudo, a un daño aún mayor. La intervención de programas de reparación puede tardar un año o más, durante el cual un padre puede ser tratado injustamente como un abusador sin haber sido condenado penalmente.

Además, se ha documentado que muchos de estos padres sufren de la percepción negativa que genera el ser catalogados como sospechosos de abuso, incluso después de ser exonerados. Esto puede llevar a una ruptura emocional severa no solo en ellos, sino también en sus hijos, quienes, tras largos periodos sin contacto, pueden desarrollar resentimiento hacia el padre acusado. Este ciclo puede repetir acusaciones o generar otros traumas en los niños involucrados.

La experiencia de los expertos en psicología y derecho coincide en que las consecuencias de estas falsas acusaciones son devastadoras, no solo para los padres, sino también para los hijos, quienes pueden enfrentar problemas de identidad y emocionales más adelante en la vida, incluyendo tendencias autodestructivas.

Los estudios de organismos como Unicef en Chile revelan que las estadísticas no respaldan la magnitud de las acusaciones, lo que genera un choque en la narrativa pública. La vergüenza y el estigma son factores que mantienen el silencio sobre este grave problema. Muchos padres, al verse atrapados en este espiral de acusaciones y conflictos judiciales, optan por retirarse y desparecer, dejando a sus hijos sin una figura paterna, mientras que luchan por limpiar su nombre y rehabilitar su imagen.

Es crucial que la sociedad y las instituciones comiencen a abordar este tema con seriedad. La capacitación sobre la identificación de denuncias falsas y el apoyo a padres inocentes son pasos necesarios para proteger tanto a padres como a hijos, evitando que la justicia se convierta en una herramienta de manipulación emocional.