Un robo que sacudió la Base Naval de Iquique

En un insólito caso de corrupción, un suboficial de la Armada ha sido condenado por robar carnes y pollo, generando una pérdida que asciende a $900 mil. Este escándalo se remonta a diciembre de 2016, cuando se encontraron desaparecidos ni más ni menos que 64 kilos de pechuga de pollo y 107,6 kilos de carne de vacuno.

El engaño descubierto

Los hechos salieron a la luz cuando un cabo fue sorprendido sacando una caja de pollo congelado del almacén de víveres. Investigaciones posteriores de la Policía de Investigaciones (PDI) desvelaron un método fraudulento: el suboficial descongelaba los productos e inyectaba agua para engañar sobre su peso, ocultando así el faltante.

Condenas y apelaciones

En 2019, el Juzgado Naval de la Cuarta Zona condenó al suboficial a 61 días de presidio menor y 541 días por hurto, además de inhabilitación perpetua para cargos públicos y una multa. Sin embargo, en 2020, la Corte Marcial lo absolvió del hurto, pero mantuvo la condena por fraude al Fisco, imponiéndole 61 días de presidio y cinco años de inhabilitación temporal para ejercer cargos públicos.

Corte Suprema rechaza argumentos de defensa

La defensa del suboficial llevó el caso a la Corte Suprema, alegando que no hubo engaño significativo ni enriquecimiento ilícito. Sin embargo, el alto tribunal desestimó estos argumentos, reafirmando que el delito implica un perjuicio patrimonial al Estado, calificado como 'gestión desleal' del patrimonio público.

Conclusiones preocupantes

Este caso no solo resalta la vulnerabilidad del sistema de vigilancia en las instituciones públicas, sino que también pone de manifiesto la necesidad de una vigilancia más estricta sobre el manejo de recursos del Estado. La condena del suboficial debería enviar un fuerte mensaje sobre las consecuencias de la corrupción en las fuerzas armadas.