"Si pudiera devolver el tiempo, jamás pasaría por eso", confiesa Carlos*, un valiente migrante venezolano que ha decidido regresar a su país. Luego de que Donald Trump cerrara las puertas a nuevas solicitudes de asilo en Estados Unidos, muchos migrantes, como Carlos, se encuentran en una situación desesperada que los impulsa a aventurarse en peligrosas travesías.

Carlos y su familia se embarcaron en una complicada ruta en lancha desde Puerto Obaldía, Panamá, hasta Capurganá, Colombia. Pero lo que debería haber sido un viaje esperanzador se tornó en una pesadilla cuando su embarcación se quedó varada en mar abierto. "Le entró agua al motor y quedamos flotando a merced de las olas. El rescate tardó en llegar y cuando vino, sucedió un accidente aún más aterrador: la otra lancha chocó con nosotros, creando un enorme agujero por el que comenzó a entrar agua", relata con escalofríos.

A raíz de la creciente violencia y criminalidad en la selva del Darién, muchos migrantes optan por estas peligrosas travesías marítimas. En 2023, el gobierno panameño registró la trágica pérdida de 84 vidas en este inhóspito paso. Aunque cruzar en lancha suena más seguro, la experiencia de Carlos desafía esa percepción. Él describe la travesía como un "trauma absoluto": "La lancha saltaba más de un metro y caía como si te arrojara contra el suelo. Me preocupaba más por mantener a mis hijos seguros y alejarlos del miedo".

En el camino, la falta de combustible y el mal manejo del patrón complicaron más la situación, llegando incluso a poner en riesgo la vida de la familia. A pesar de esto, Carlos no ha perdido la esperanza y sigue adelante en su búsqueda por regresar a casa.

Durante febrero, más de 2,200 migrantes llegaron a Panamá en su intento de retornar a Venezuela, aunque se desconoce cuántos han optado por la ruta marítima. Sin embargo, testimonios de varios migrantes en plataformas como TikTok revelan que, pese a los terribles relatos, muchos se animan mutuamente a realizar el viaje, destacando la alegría de haber llegado a Necoclí.

Las rutas marítimas improvisadas desde Panamá hacia Colombia se iniciaron principalmente desde Guna Yala y Colón. Sin embargo, tras el naufragio del 21 de febrero que cobró la vida de una joven migrante, muchas lanchas dejaron de zarpan desde Guna Yala, dirigiendo todo el transporte desde Colón.

Las condiciones de recepción de migrantes son preocupantes. Guna Yala ha manifestado su incapacidad para atender a la creciente afluencia de migrantes debido a la falta de recursos, poniendo en relieve la falta de acción del gobierno panameño y las organizaciones internacionales.

Los costos del viaje son exorbitantes; las lanchas cobran alrededor de $300 por persona, y eso sin contar el trajín previo hasta llegar a Panamá, que puede alcanzar otros $200 desde México. Las familias, en particular, enfrentan serias dificultades económicas en su intento por reunir la suma necesaria.

La llegada a Necoclí representa un primer paso hacia la posibilidad de retorno, aunque muchos migrantes expresan que el proceso está lleno de obstáculos. Algunos han quedado atrapados en refugios precarios, incapaces de avanzar debido a la falta de dinero.

El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, ha manifestado la intención de llegar a un acuerdo con Colombia para facilitar el regreso de los migrantes, pero hasta el momento, no hay avances concretos. Sin embargo, la desesperación y la esperanza de llegar a casa continúan empujando a muchos a asumir los riesgos de estas peligrosas rutas marítimas.

"A pesar de lo vivido, estoy emocionado de poder regresar a Venezuela. Deseo dejar atrás todas las penurias de este largo viaje", finaliza Carlos.

"Los migrantes solo queremos regresar a casa y dejar atrás tantas frustraciones", subraya Rafael, otro migrante.

*Los nombres han sido cambiados a solicitud de los migrantes.