Una innovadora startup está revolucionando el ámbito de la investigación en laboratorios con robots autónomos que no solo realizan experimentos, sino que también los modifican en función de los resultados obtenidos.

La historia comienza en una original fiesta de Halloween, donde Cristian Ponce, un bioingeniero de renombre en CalTech, conoció a Théo Schäfer, un experto del MIT que había trabajado en proyectos de la NASA en las lunas de Júpiter. Su frustración compartida por las tediosas tareas manuales en el laboratorio, como el uso de pipetas, les inspiró a crear una tecnología que está marcando un antes y un después en el ámbito científico.

De acuerdo con un reciente informe de TechCrunch, el proyecto nace como respuesta a un dilema común: los costosos y especializados robots de laboratorio tradicionales que requieren una constante supervisión y programación. La solución innovadora consiste en modificar robots de marca blanca más asequibles y combinarlos con inteligencia artificial de última generación.

La integración de la inteligencia artificial está revolucionando el método científico convencional. Los nuevos agentes robóticos que desarrollaron representan un avance significativo respecto a los primitivos robots científicos llamados 'Adam' y 'Eve', creados en 1999. La verdadera revolución ocurrió en mayo de 2024, cuando los fundadores fueron testigos de una demostración por parte de OpenAI que mostró la capacidad de los modelos de lenguaje para contribuir al razonamiento científico.

Un caso impresionante de esta eficiencia se presentó cuando GPT-4, el revolucionario modelo de IA, no solo analizó una imagen de gel de ADN, sino que también pudo identificar un problema específico, un 'primer dimer' no deseado. Además, el sistema diagnosticó la causa y propuso soluciones, aunque no tenía la capacidad física para aplicarlas.

Los robots de Tetsuwan Scientific, con una estructura cuadrada de cristal, están dotados de sensores avanzados y software que les permite entender las calibraciones y propiedades de los líquidos. La incorporación de IA en sus procesos, así como el uso de RAG para gestionar las alucinaciones de la IA, les permite lidiar con situaciones complejas que serían difíciles de programar de manera convencional.

El impacto de esta tecnología ya es evidente en La Jolla Labs, donde los robots están ayudando a evaluar la eficacia de fármacos terapéuticos basados en ARN. Con una inversión de 2,7 millones de dólares de inversores como 2048 Ventures y Carbon Silicon Ventures, Tetsuwan Scientific se encuentra a la vanguardia de una revolución que promete automatizar todo el proceso científico, desde la formulación de hipótesis hasta la obtención de resultados reproducibles.

La ambición de Ponce y su equipo va más allá: pretenden desarrollar científicos artificiales verdaderamente autónomos. Aunque otras empresas como FutureHouse y Potato AI están explorando caminos similares, Tetsuwan Scientific se distingue por su enfoque práctico y su capacidad para convertir la intención científica en acciones robóticas precisas. Esto plantea la promesa de un crecimiento exponencial en el descubrimiento científico.

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