La reciente eliminatoria sorprendió a muchos cuando Paraguay venció a la Selección Argentina con un contundente 2-1 en el Estadio Defensores del Chaco. Este resultado no solo representó una tragedia para los actuales campeones del mundo, sino que también avivó la esperanza del equipo guaraní para clasificar al Mundial 2026, que se llevará a cabo en Estados Unidos, Canadá y México.

Sin embargo, la tensión no terminó en el silbatazo final. La frustración entre los jugadores argentinos era palpable, y un episodio que acaparó la atención fue la reacción explosiva de Rodrigo de Paul. En un gesto desafiante, el mediocampista se dirigió al defensa paraguayo, Damon Bobadilla, para “humillarlo” sutilmente.

¡Increíble pero cierto! De Paul sacó a relucir el codiciado parche de campeón del mundo en su camiseta, un reconocimiento por su participación en el torneo celebrado en Qatar. Este acto fue más que un simple despliegue de orgullo, ya que sirvió para menospreciar a su contrincante, mostrándole que, a pesar de la derrota, todavía llevaba una insignia de gloria.

Pero eso no fue todo; el jugador del Atlético de Madrid cerró el momento con una frase directa y burlona, dirigiéndose a Bobadilla: “Así de chiquitos son”, acompañado de un gesto con la mano que acentuó la burla. Este tipo de comportamientos suelen generar controversias en el ámbito del fútbol, levantando dudas sobre el profesionalismo y la deportividad de los jugadores.

Fans y analistas han quedado divididos; algunos aplauden la confianza de De Paul, mientras que otros critican su falta de respeto. Esta situación nos recuerda que la rivalidad en el fútbol puede llevar a momentos de gran tensión, tanto dentro como fuera de la cancha. ¿Es este el precio de ser un campeón? La respuesta podría agravar la imagen de una Argentina que todavía se recupera de su inesperada derrota.