La muerte ha sido un enigma a lo largo de la historia. Sin embargo, los avances en la ciencia están empezando a desentrañar lo que ocurre en nuestro cerebro en esos momentos cruciales.

La actividad cerebral en los momentos finales

Contrario a la creencia popular, el cerebro no se apaga de inmediato tras la muerte del corazón. Un estudio de 2013 realizado en ratas mostró que sus cerebros mostraban un aumento de actividad después de un paro cardíaco. Más recientemente, un grupo de científicos monitoreo la actividad cerebral de un ser humano durante esos últimos instantes de vida, encontrando un incremento en las oscilaciones gamma, ondas cerebrales asociadas a procesos cognitivos complejos como el recuerdo y la meditación, en los 30 segundos siguientes al último latido del corazón.

Experiencias cercanas a la muerte: ¿son reales?

Aquellos que han experimentado un paro cardíaco y luego han sido reanimados a menudo reportan lo que se conoce como ‘experiencias cercanas a la muerte’ (ECM). Investigaciones indican que hasta el 20% de quienes sobreviven a estos eventos experimentan sensaciones como la separación del cuerpo, la vislumbración de una luz brillante al final de un túnel, sentimientos de paz y encuentros con seres queridos fallecidos. Estos fenómenos podrían estar relacionados con la actividad cerebral relacionada con la falta de oxígeno y los cambios químicos que se producen en el cerebro en esos momentos críticos.

La corteza somatosensorial y sus implicaciones

Un estudio de la Universidad de Míchigan observó a cuatro pacientes en el momento de su muerte. En dos de ellos, se registró un aumento de las oscilaciones gamma en la corteza somatosensorial, una zona del cerebro vinculada a la conciencia. Esto sugiere que el cerebro podría estar reviviendo un 'último recuerdo de la vida' antes de fallecer, coincidiendo con las descripciones de quienes han tenido experiencias cercanas a la muerte.

¿Se siente dolor al morir?

Curiosamente, los especialistas indican que es poco probable que las personas sientan dolor al morir. Varios estudios sugieren que en las etapas finales de la vida, el cuerpo libera neurotransmisores como la serotonina, que promueven la calma y reducen la percepción del dolor. Con la cercanía de la muerte, los sentidos se apagan gradualmente; el hambre, la sed, la vista y el habla desaparecen, dejando el tacto y la audición como los últimos en desvanecerse, lo que puede ofrecer consuelo a quienes están alrededor.

Un desafío ético y médico

Los hallazgos científicos sobre la muerte no solo son fascinantes, sino que también plantean cuestiones éticas en el ámbito médico. Entender mejor estos procesos podría optimizar los cuidados paliativos, asegurando un final más humano y digno. Además, estos descubrimientos ponen en jaque la forma de definir el momento exacto de la muerte, repercutiendo en decisiones críticas sobre soporte vital y donación de órganos.

Reflexiones finales

Aunque la investigación está aún en sus primeras etapas, invita a reflexionar sobre la increíble capacidad del cerebro humano y sobre cómo podemos experimentar la vida y la muerte. Quizás la lección más valiosa que debemos aprender es la de apreciar cada instante, ya que nunca sabemos cuándo será nuestro último.