Es común encontrarse a altas horas de la noche, después de un día agotador, tratando de finalizar los últimos detalles de un proyecto en la computadora o discutiendo decisiones cotidianas con tu pareja mientras el cansancio se apodera de ti. Sin embargo, la ciencia nos dice que esos momentos no son los más propicios. Un reciente estudio publicado en BMJ Mental Health, que analizó la salud mental y el bienestar de casi 50,000 personas, concluye que nuestro estado de ánimo—incluyendo síntomas depresivos, niveles de felicidad y satisfacción con la vida—es más positivo por la mañana y alcanza su mínimo alrededor de la medianoche.

Feifei Bu, investigadora de la Universidad College London y autora principal del estudio, explica que estos hallazgos son consistentes con investigaciones anteriores. Un estudio de 2011 publicado en Science, que analizó millones de tuits, mostró que las personas tienden a despertarse de buen humor, pero este disminuye a lo largo del día.

Los cambios en nuestro bienestar durante el día se pueden atribuir a variaciones fisiológicas y hormonales relacionadas con nuestro reloj biológico. Por ejemplo, los niveles de cortisol son más altos al despertar, mientras que descienden a la hora de dormir. Diego Carracedo, psicólogo clínico del Hospital Universitario La Paz en Madrid, también aporta que el estrés acumulado a lo largo del día puede disminuir nuestra capacidad de afrontamiento, provocando que al final del día nos sintamos más vulnerables emocionalmente.

La somnolencia, que aumenta las horas que permanecemos despiertos, también impacta negativamente en nuestro ánimo. Esto se agrava con la presión de no haber completado todas las tareas que habíamos planeado realizar, lo que suele generar ansiedad o frustración.

El cronotipo de cada persona también juega un papel fundamental. Hay quienes son 'alondras', que se activan fácilmente por la mañana y son más productivos en esas horas, y quienes son 'búhos', que funcionan mejor por la tarde y la noche. Beatriz Rodríguez Morilla, doctora en Psicología de la Universidad de Murcia, señala que el estudio no consideró suficientemente las diferencias de cronotipo, dejando fuera a una parte significativa de jóvenes que tienden a ser más nocturnos.

Carracedo aconseja organizar los días de manera que las tareas complejas se realicen en la mañana, y reserva las decisiones importantes para ese tiempo. Esto es crucial para maximizar el rendimiento y el bienestar emocional. Asimismo, es vital que cada persona conozca su cronotipo y, cuando sea posible, acomode sus tareas en función de cuándo se siente más capaz de enfrentarse a ellas.

Además de las variaciones diarias, el estudio también indica que las fluctuaciones del ánimo se manifiestan según las estaciones del año. El bienestar tiende a ser mucho mejor en verano y peores en invierno, momento en el que la falta de luz impacta en nuestro estado emocional. La falta de luz, como señala Rodríguez Morilla, provoca desequilibrios en el ritmo circadiano, lo cual puede llevar a un aumento de la somnolencia y un descenso en el humor.

Es esencial tener en cuenta no solo estos factores lumínicos, sino también las variables psicosociales. Durante los meses de más luz, hacemos más actividades, tenemos más interacciones sociales y disfrutamos de menos estrés. Todas estas son consideradas claves para mejorar nuestro estado de ánimo y bienestar general. Por lo tanto, si deseas mantener tu mente clara y feliz, recuerda: ¡mejor deja las decisiones importantes y tareas exigentes para la mañana!