¿Deberíamos dejar de hervir crustáceos vivos? La ciencia pone en jaque una práctica culinaria tradicional
2025-01-06
Autor: Isidora
Hervir crustáceos vivos, como langostas y cangrejos, ha sido una tradición culinaria en muchas culturas durante siglos. Sin embargo, esta práctica ha empezado a ser cuestionada a medida que emergen nuevas evidencias sobre la capacidad de estos animales para sentir dolor.
En años anteriores, se pensaba que los crustáceos no tenían la capacidad de experimentar dolor debido a la falta de estructuras cerebrales que los humanos poseen. Sin embargo, un reciente estudio de la Universidad de Gotemburgo en Suecia ha arrojado luz sobre este tema, sugiriendo que los crustáceos pueden experimentar dolor de maneras más complejas de lo que se pensaba inicialmente.
El estudio enfatiza la existencia de nociceptores, que son terminaciones nerviosas que envían señales al sistema nervioso central en respuesta al daño. Estos hallazgos son importantes, ya que indican que la forma en que interactuamos con estos animales en la industria alimentaria merece una reevaluación urgente. Los investigadores observaron la reacción de los cangrejos de costa (Carcinus maenas) a estímulos dolorosos, como la aplicación de vinagre en áreas sensibles de su cuerpo, y encontraron respuestas significativas que respaldan la presencia de nociceptores.
La discusión no se limita a los crudités; también se han documentado comportamientos en otros crustáceos que sugieren un nivel de evaluación consciente del dolor. Por ejemplo, en un estudio de 2016, se descubrió que los cangrejos ermitaños abandonan sus conchas frente a descargas eléctricas, pero solo lo hacen si perciben que no hay depredadores alrededor. Esto indica que los crustáceos pueden evaluar el riesgo, lo cual implica un nivel de conciencia sobre su entorno que antes se había ignorado.
Eleftherios Kasiouras, uno de los autores del estudio, afirma: "Si los humanos utilizamos estos animales para alimentación, deberíamos considerar su bienestar y establecer legislaciones que aseguren un trato más humanitario para reducir su sufrimiento". Este enfoque ético podría dar lugar a cambios en la legislación alimentaria en varias partes del mundo.
Interesantemente, algunos países como Suiza, Noruega y Nueva Zelanda ya han tomado medidas al respecto, prohibiendo la práctica de hervir crustáceos vivos en un esfuerzo por garantizar un tratamiento más compasivo.
El dilema no se limita a los cangrejos y langostas; también incluye otros animales marinos, como pulpos, almejas y mejillones, aunque los estudios sobre su capacidad para sentir dolor son aún variados y requieren más investigación.
A medida que la ciencia sigue desentrañando la complejidad de la vida marina, la pregunta persiste: ¿estamos realmente dispuestos a seguir ignorando el sufrimiento de estos seres vivos en aras de una tradición culinaria? Las evidencias apuntan a que el momento de reflexionar y cambiar es ahora. Es un debate ético que no sólo podría transformar nuestra forma de comer, sino que también redefine nuestro vínculo con el reino animal.