A veces, lo más pequeño puede acarrear grandes problemas. Cuando una mosca se posa en tu comida, no solo se convierte en una molestia; resulta que puede ser una portadora de bacterias, virus y parásitos que ha recogido de la basura, heces o desechos. Ignorar su presencia y continuar comiendo puede parecer inofensivo, pero este acto cotidiano es un riesgo silencioso para nuestra salud.

Jeff Scott, un reconocido entomólogo de la Universidad de Cornell, advierte sobre lo que sucede cuando estos insectos se posan sobre nuestra comida: “Son portadoras de cualquier microorganismo patógeno desagradable que puedas imaginar”. Esta sorprendente declaración resalta la importancia de tener precaución con lo que consumimos.

¿Deberíamos entrar en pánico? Cameron Webb, profesor de medicina en la Universidad de Sídney, trata de tranquilizarnos: “En la mayoría de los casos, ver una mosca sobre tu comida no significa que debas desecharla. Aunque es cierto que pueden portar bacterias y virus, un solo aterrizaje difícilmente provocará una enfermedad en una persona sana”, explicó en su blog.

Pero, ¿qué pasa realmente cuando las moscas se posan en nuestra comida? El Dr. Webb señala que su comportamiento poco higiénico plantea serias preocupaciones. “Las moscas que se mueven y vomitan sobre la comida antes de defecar son una gran causa de alarma. Cuanto más tiempo pase, mayor será la probabilidad de que los patógenos que dejan crezcan en nuestros alimentos. Ahí es cuando los riesgos para la salud aumentan dramáticamente”, advierte.

Curiosamente, las moscas de ciudad son más limpias que las de campo. Según el experto, las moscas de campo tienen un mayor contacto con animales muertos y desechos. “Afortunadamente, los insecticidas y los estándares de higiene en las áreas urbanas ayudan a controlar su población, minimizando el riesgo de exposición a contaminantes”, concluye.