
Crisis en Suecia y Países Bajos: ¿Qué está sucediendo realmente en estos modelos de bienestar?
2025-03-12
Autor: Valentina
Suecia y Países Bajos, anteriormente considerados ejemplos de estabilidad y bienestar en Europa, están enfrentando profundas crisis que amenazan su cohesión social. La violencia, el narcotráfico y la proliferación de mafias como la Mocromafia ponen de manifiesto contradicciones que han permanecido ocultas en estos estados del bienestar. En este artículo, exploraremos cómo la inmigración, el narcotráfico y conflictos graves se entrelazan, revelando una crisis moral subyacente que ha emergido con fuerza.
Suecia: Del bienestar a una sociedad cada vez más violenta
Recientemente, Suecia ha sido escenario de acontecimientos alarmantes, como el trágico tiroteo del 5 de febrero de 2025, cuando Rickard Andersson, un hombre de 35 años, abrió fuego en un centro educativo para adultos, asesinando a diez personas antes de quitarse la vida. Aunque algunos medios de comunicación especularon con un posible motivo racista, la policía no encontró pruebas que lo respaldaran. Andersson, un individuo solitario y dependiente de la asistencia social, representa una crisis más amplia que afecta a la juventud sueca.
Las tensiones se intensificaron con el asesinato de Salwan Momika, un cristiano iraquí cuya provocación al quemar el Corán en 2023 había alterado el clima social. Su asesinato fue celebrado por algunos, lo que pone de relieve las profundas divisiones religiosas en el país.
El enero de 2025 fue un mes marcado por una ola de violencia, con explosiones casi diarias atribuidas a conflictos entre bandas, muchas de las cuales han surgido en áreas con alta población inmigrante. Los ciudadanos se ven obligados a vivir con el miedo constante de la violencia, describiendo su entorno como zonas de guerra urbana.
El Primer Ministro Ulf Kristersson ha admitido la falta de control sobre esta ola de violencia, lo que evidencia la gravedad de la crisis en Suecia.
Países Bajos: El auge de la Mocromafia
En los Países Bajos, país conocido por su tolerancia y prosperidad, la Mocromafia se ha convertido en una sombra creciente. Este grupo criminal está involucrado en el tráfico de drogas y actos de violencia extrema. Un informe de la unión de policías neerlandeses en 2018 advirtió que el país estaba mostrando signos de un narcoestado, donde los criminales se convierten en empresarios y expanden sus actividades a múltiples mercados.
Recientemente, la cooperación entre España y la DEA hizo posible la incautación de casi una tonelada de cocaína destinada a la Mocromafia, revelando la conexión internacional del crimen organizado.
Las autoridades han lanzado campañas como '¿Extraño o sospechoso?' para involucrar a los ciudadanos en la lucha contra el narcotráfico, educándolos sobre cómo identificar señales de actividad criminal.
Una compleja relación entre inmigración y narcotráfico
La relación entre inmigración y criminalidad es compleja y multifacética. En Suecia, la llegada masiva de inmigrantes ha generado retos significativos en su integración. Barrios como Rosengård en Malmö, donde el 90% de la población es de origen extranjero, han visto disturbios y violencia creciente.
Dentro de este contexto, algunos estudios muestran que los inmigrantes están sobrerrepresentados en las estadísticas de delitos. Por ejemplo, el Consejo Nacional Sueco para la Prevención del Delito reveló que los inmigrantes tenían hasta seis veces más probabilidades de ser investigados por ciertos delitos en comparación con los suecos étnicos.
En los Países Bajos, la Mocromafia está compuesta en su mayoría por jóvenes neerlandeses de origen marroquí, quienes, ante la falta de oportunidades y experiencias de discriminación, pueden sentirse empujados hacia el crimen como una vía para alcanzar el éxito económico.
La crisis moral de los estados del bienestar
Suecia y los Países Bajos, aclamados como modelos de bienestar social, han visto cómo las estructuras de seguridad se vuelven en su contra. El caso de Rickard Andersson refleja el deterioro de valores como el trabajo y la responsabilidad individual, sometidos a una dependencia del estado que no ha logrado integrar a los inmigrantes. Esto ha dado lugar a comunidades paralelas donde el orden público se desmorona.
En los Países Bajos, la tolerancia extrema ha sido aprovechada por organizaciones criminales como la Mocromafia, que han minado la economía y tejido social del país, sugiriendo una alarmante crisis moral. Los valores tradicionales se ven socavados, mientras la violencia y la corrupción se asientan como nuevas normas.
Ambos países se enfrentan a una profunda crisis, donde el individualismo y la burocracia del estado del bienestar han desbordado la capacidad de respuesta cívica ante la violencia y el delito, poniendo en riesgo los principios mismos sobre los que se construyeron.