Casi una semana ha pasado desde que la Contraloría General de la República divulgó un inquietante informe sobre las listas de espera para trasplantes de órganos, revelando que 84 pacientes elegibles no recibieron el trasplante que tanto necesitaban. Esta situación plantea serias dudas sobre la gestión del sistema de salud.

En una conversación con la directora del Instituto de Salud Pública (ISP), Catterina Ferreccio, se aclararon algunos detalles sobre la situación compleja y delicada que enfrenta el sistema. De los 84 pacientes mencionados, 56 ya han sido trasplantados y otros 7 permanecen en lista de espera. Sin embargo, 4 están inactivos y 7 se han retirado de la lista, ya sea por agravamiento de su condición o decisión propia. Trágicamente, 10 pacientes han fallecido.

"Es crucial entender que no hubo un desinterés por parte de los pacientes; estaban en la lista porque eran priorizados. En el momento de asignación de órganos, podrían no haber cumplido con los requisitos médicos", comentó Ferreccio, quien también enfatizó la rapidez necesaria en estos procedimientos: "los órganos solo pueden esperar entre tres y cuatro horas una vez que se identifica un donante".

El drama se intensifica al considerar que, de los 195 contactos que se hicieron para asignar los órganos de nueve donantes, no todos estaban en condiciones óptimas en ese momento. La falta de registros claros sobre las razones por las cuales 84 pacientes no fueron trasplantados resalta las fallas en el sistema.

"A esto se suma un problema serio; el hecho de que no exista un registro digital adecuado que deje constancia de por qué no se efectuó cada trasplante. Esto significa que el sistema no está totalmente digitalizado", explicó Ferreccio, haciéndose eco de la necesidad urgente de modernizar el proceso.

El país enfrenta un dilema ético y administrativo, ya que la falta de sistematización digital significa que no hay documentación escrita que justifique la falta de trasplantes, lo cual complica la rendición de cuentas y la transparencia en el proceso.

Estos eventos ponen en el centro del debate la necesidad de invertir en la digitalización del sistema de salud, no solo para mejorar la eficiencia, sino fundamentalmente para salvar vidas. En este sentido, se hacen eco las voces de críticos que exigen una reforma profunda que garantice que ningún paciente vuelva a quedar en el limbo del sistema.

¡La salud pública está en juego! ¿Qué acciones tomarán las autoridades para evitar que más pacientes sufran el mismo destino? La sociedad espera respuestas y soluciones con urgencia.