La guerra comercial entre China y Estados Unidos ha alcanzado niveles alarmantes. Luego de que Donald Trump anunciara aranceles a productos chinos, el gigante asiático no tardó en responder, desatando una serie de represalias que podrían cambiar el rumbo de ambas economías.

A partir del 10 de abril, China -la segunda economía más grande del mundo- impondrá un 34% de aranceles a todas las importaciones de bienes estadounidenses, un golpe contundente que amenaza con desestabilizar los mercados.

Pero esto no es todo: el Ministerio de Comercio chino también establecerá controles a la exportación de siete elementos cruciales de tierras raras. Entre estos se encuentran el gadolinio, esencial para las resonancias magnéticas, y el itrio, vital para la fabricación de productos electrónicos muy utilizados. Estos movimientos son una respuesta directa a lo que Beijing considera una violación de las normas del comercio internacional por parte de Trump.

La reacción de China a los aranceles del ex-presidente también incluye una advertencia sobre la posible repercusión global que estas medidas provocarán. Según el gobierno chino, no solo se ven afectados los intereses de Estados Unidos, sino que el desarrollo económico mundial y la estabilidad de las cadenas de producción y suministro están en riesgo.

Los efectos de esta guerra comercial ya se han sentido en los mercados, que han respondido de manera negativa. Los futuros del S&P 500 han caído casi un 3%, y las acciones europeas han sufrido pérdidas superiores al 4%. Además, los precios del petróleo continúan en caída, bajando un 5% y alcanzando niveles que no se veían desde 2021, lo que añade más presión a una economía global ya frágil.

Con este nuevo capítulo en la guerra comercial, el futuro económico de ambos países y del mundo entero se torna incierto. La pregunta ahora es: ¿podrá Trump revertir esta situación, o estamos ante el inicio de una recesión global?