¿Bebés superinteligentes? Solo para quienes puedan pagar la tecnología
2024-12-31
Autor: Lucas
Heliospect, una innovadora startup estadounidense, está a punto de revolucionar el mundo de la fertilidad al ofrecer un servicio que permite a futuros padres seleccionar embriones mediante fecundación in vitro, basándose en características como la altura, riesgos de salud y, algo muy polémico, el coeficiente intelectual. Ya no solo se trata de editar genes para tratar enfermedades genéticas, sino de elegir al 'embrión ideal'.
Los avances en tecnología genómica han abierto la puerta a la idea de que se puede seleccionar embriones en base a predicciones sobre su posible inteligencia. Este proceso involucra la extracción de ADN de los embriones, seguido de la secuenciación y el análisis de datos utilizando complejos algoritmos para calcular puntajes poligénicos que estiman la probabilidad de que se presenten ciertos rasgos.
Heliospect afirma que, al seleccionar el "embrión más inteligente genéticamente" entre diez, se podría obtener un incremento medio de seis puntos en el coeficiente intelectual. Sin embargo, expertos en genética son escépticos ante esta afirmación, argumentando que es mucho más alta que la ganancia de 2.5 puntos reportada en un estudio de 2019 sobre características genéticas relacionadas con la inteligencia.
El desafío radica en que las puntuaciones poligénicas son probabilísticas y no deterministas, lo que significa que un embrión con una puntuación moderada podría, en un entorno favorable, convertirse en una persona excepcionalmente inteligente. Además, la implementación de esta evaluación presenta complicaciones logísticas significativas.
La búsqueda de las bases genéticas de la inteligencia es una tarea compleja. Aunque existe consenso en que la inteligencia tiene una base hereditaria, comprender qué genes tienen un impacto preponderante es una tarea monumental. Un estudio realizado en 2017, con más de 78,000 participantes, identificó 336 variantes genéticas asociadas con la inteligencia, revelando que este rasgo es el resultado de miles de pequeñas contribuciones genéticas.
No obstante, la inteligencia también está profundamente influenciada por factores ambientales como la educación, el contexto socioeconómico y las experiencias durante la infancia. Esta interacción entre genes y entorno hace que la idea de un determinismo genético sea altamente cuestionable.
A medida que la posibilidad de detectar la inteligencia en embriones se vuelve más real, surgen preguntas éticas y sociales. Los costos asociados con este tipo de tecnología, que podrían alcanzar los 50,000 euros, plantean el riesgo de ampliar la desigualdad social. Si solo las familias adineradas pueden acceder a estos avances, podríamos ver la creación de una clase social élite genéticamente privilegiada.
Además de las cuestiones éticas, existen preocupaciones biológicas acerca de los riesgos de la selección de rasgos complejos en humanos. La historia de la cría selectiva de animales muestra que esto puede tener consecuencias imprevistas: por ejemplo, la búsqueda de "pollos superproductivos" resultó en comportamientos agresivos e incluso caos en granjas.
Los críticos advierten que la normalización de la selección genética podría reforzar nociones dañinas sobre el determinismo genético y perpetuar desigualdades sociales, atribuyendo problemas a la biología en lugar de a factores sistemáticos, como la falta de acceso a educación y atención médica.
La pregunta sobre hasta dónde debería llegar la ingeniería genética es un debate crucial. ¿Podríamos, en el futuro, seleccionar rasgos como personalidad, atractivo o incluso tendencias hacia el narcisismo? La película Gattaca (1997) sigue siendo una contundente advertencia sobre un futuro donde los genes determinan la valía social, y aunque la tecnología actual aún es especulativa, las cuestiones éticas que plantea son muy reales.
En la Unión Europea, las pruebas genéticas preimplantacionales están reguladas, pero la legislación varía de un país a otro. España y Bélgica permiten un uso más amplio, mientras que Alemania impone restricciones más severas. En el Reino Unido, estas pruebas están limitadas a enfermedades graves y están estrictamente reguladas.
El emergente campo de la genética y la tecnología reproductiva, como el que promueve Heliospect, exige un debate público urgente. La intersección de la genómica, la inteligencia artificial y la reproducción asistida plantea interrogantes sobre el uso responsable de estas tecnologías y la necesidad de establecer regulaciones éticas claras.
La dicotomía entre el deseo de avance científico y los riesgos de desigualdad y ética se vuelve apremiante. La obsesión por mejorar la salud y seleccionar rasgos deseados evoca recuerdos de prácticas eugenésicas, lo que subraya la necesidad de un marco regulatorio. La pregunta se plantea: ¿deberíamos seguir adelante con estos avances simplemente porque podemos hacerlo? La respuesta a esta inquietante pregunta definirá no solo el futuro de la medicina reproductiva, sino también nuestra comprensión colectiva como humanidad.