En el mundo de los videojuegos y la popular serie 'The Last of Us', una epidemia devastadora es provocada por un hongo, resonando como una inquietante premonición de lo que podría suceder en la vida real.

Actualmente, la creciente resistencia a los antifúngicos se ha convertido en una amenaza crítica que exige nuestra atención inmediata. En medio de la lucha contra la resistencia a los antibióticos, otro peligro acecha: los patógenos fúngicos están evolucionando a un ritmo alarmante, superando la eficacia de los tratamientos existentes. Algunos expertos han denominado a este fenómeno una "pandemia silenciosa". Cada día, más personas experimentan los efectos de infecciones fúngicas que antes no afectaban a los humanos, elevando el temor a un potencial colapso sanitario.

En Estados Unidos y en diversas regiones del planeta, la preocupación por las infecciones fúngicas ya se siente en el aire. Recientemente, un grupo de investigadores de renombradas universidades, incluidas Manchester, Beijing y Sydney, publicó un artículo en 'The Lancet' enfatizando los riesgos que implican estos patógenos resistentes.

Lamentablemente, este tema ha sido ignorado en gran medida por la opinión pública. Las infecciones fúngicas atacan especialmente a los grupos más vulnerables, incluidos ancianos y personas con sistemas inmunitarios comprometidos, y son responsables de aproximadamente 3.8 millones de muertes cada año. A pesar de su impacto, estas infecciones a menudo no reciben la atención que merecen, en comparación con otros problemas de salud pública.

El biólogo molecular Norman van Rhijn, de la Universidad de Manchester y autor del estudio, subraya que la resistencia antifúngica ha sido excluida de las discusiones sobre resistencia a los antimicrobianos. Van Rhijn y su equipo instan a los gobiernos y laboratorios farmacéuticos a abordar este asunto con seriedad, ya que concentrarse exclusivamente en las bacterias podría dejarnos expuestos a lo desconocido.

Además, en 2022, la Organización Mundial de la Salud publicó la lista de Patógenos Fúngicos Prioritarios, resaltando especies como Aspergillus fumigatus y Candida como amenazas significativas para la salud pública. Estas infecciones, aunque reconocidas, a menudo son subestimadas, y su creciente resistencia está complicando la implementación de estrategias efectivas.

Desarrollar tratamientos adecuados contra hongos es un desafío monumental. A diferencia de las bacterias, los hongos son más parecidos a los animales, lo que significa que los tratamientos antifúngicos pueden ser perjudiciales también para las células humanas. Actualmente, solo existen cuatro clases de antifúngicos sistémicos para tratar infecciones graves, y ya muchos de esos tratamientos muestran signos de resistencia.

Un factor que agrava esta situación es el uso de fungicidas en la agricultura, que son similares a los medicamentos antifúngicos. Esta práctica puede resultar en resistencia cruzada, disminuyendo la eficacia de los tratamientos médicos. Los investigadores hacen un llamado urgente para equilibrar la protección agrícola con la necesidad de combatir infecciones resistentes.

Es imperativo que la OMS actúe con rapidez para abordar la resistencia antifúngica y prevenir que esta amenaza se convierta en una pandemia global, posiblemente más devastadora que la de COVID-19. En un mundo interconectado, no podemos permitirnos ignorar las advertencias. ¡La hora de actuar es ahora!